Por Manuel López
La
designación de Cayetano Martínez de Irujo como Rey Gaspar de nuestra Cabalgata
ha sido, con perdón, una cagada, no lo dice este plumilla sino la bendita
hemeroteca, y así lo certifica la RAE, que asegura que una cagada es el "resultado muy insatisfactorio de algo en
relación con lo que se pretende o se espera".
Vamos por
partes. No hay que ser un experto en comunicación no verbal ni en cinésica para
darse cuenta de que al Conde de Salvatierra no le hizo demasiada ilusión el
nombramiento, y que los aplausos tras su aceptación fueron precipitados, cuanto
menos. Rulan por la Red vídeos que realmente erizan la piel, de carmonenses que
no pueden contener las lágrimas tras conocer que irán en un trono este año. Eso
sí es el verdadero espíritu de la Cabalgata de Reyes de Carmona, símbolo cada 5
de enero de ilusión, esfuerzo y felicidad.
Otro
capítulo es la excusa. Es conocida su vinculación con el deporte, pero... ¿sus
compromisos boxísticos tienen más peso que su ilusión por ser Rey Mago? Está
claro que la vida es cuestión de prioridades,... No hay más que añadir.
Tampoco hay que olvidar que Martínez de Irujo fue
reprobado por el Pleno del Ayuntamiento de Carmona en 2011, tras las
declaraciones que hizo en 'Salvados', cuando sin tapujos dijo que "los
jornaleros andaluces tienen pocas ganas de trabajar". ¿De dónde ha partido, por tanto, la magnífica
idea de contar con este señor? Esas desafortunadas palabras del Duque de Arjona
contra la actitud de la juventud andaluza frente al trabajo, contaron con el
rechazo unánime el pasado 28 de diciembre de 2011, incluido el del PP de Juan
Ávila, que ahora se apresuró a felicitar al susodicho (http://www.diacarmona.es/noticia/el-pleno-del-ayuntamiento-de-carmona-reprueba-las-declaraciones-de-cayetano-martnez-de-irujo).
¡Qué frágil es la memoria!
Y ahora que lo pienso, el Rey Cayetano,
con esa concepción del pueblo andaluz, llenaría su barcaza real de carbón, ¿no?
Los niños y niñas carmonenses, a su percepción flojos de cuna simplemente por
nacer en Andalucía, no se merecerían una lluvia de caramelos y juguetes, sino
lentisco para la copa, para poder calentarse, con la boina hasta las cejas, y
alguna que otra porra para arrear el rebaño.