Por Manuel López
En los últimos días he vivido con asombro y vergüenza el
linchamiento mediático al que ha sido (y
está siendo) sometida Andrea Janeiro. No la conozco de nada, no soy fan de
la 'Princesa del Pueblo', no sigo sus programas y su mayoría de edad me ha pillado por sorpresa, pero el asunto se
está yendo de las manos.
Nada más cumplir los 18 años un cónclave de 'haters' se unieron en las Redes Sociales
para lanzar, a diestro y siniestro, centenares de insultos a la joven, refiriéndose
incluso a su físico. Me atrevo a afirmar que detrás de muchos de esos perfiles,
la mayoría bajo pseudónimos y fotos de unos pies en Benidorm, se esconde gente acomplejada,
a la que le falta coraje para dar la cara, y que tiene una vida tan insípida
que se levanta cada mañana pensando a quien atizar con su látigo de odio.Es de ahí que me atreva a afirmar que insultar se ha convertido en el nuevo deporte nacional. Da igual si el blanco del día acaba de fallecer, es un famoso, es un político o el vecino del quinto, el caso es que cada jornada más individuos se levantan por la mañana con el único objetivo de incendiar el panorama, y no pasa absolutamente nada.
Quizá lo hagan para sentirse más fuertes y se retroalimente con los 'Me gusta' y los 'RT', pero la cosa tiene miga. Mucha miga. Que una persona sea pública por su trabajo o dedicación (o por la de terceros) no puede servir, bajo ningún pretexto, para justificar una campaña de acoso y derribo.
Lamentablemente, tweets como "Andrea Janeiro no se comió el pollo. Se comió un orco" o "Por favor, volved a pixelar la cara de Andrea Janeiro" se convirtieron en 'trending topic', haciendo que me cuestione la utilidad de las Redes Sociales. Como herramientas de comunicación son potentísimas, son garantes de la libertad de expresión, pero el verdadero problema es cuando caen en manos de patanes, y las convierten en refugios de sus inseguridades.
¿Dónde están los límites? ¿Merece una chica de 18 años este tsunami de reacciones en su contra? ¿Esto es bulliyng?
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